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¿Confundido?...

Fecha de publicación 22 de marzo de 2022

La renta variable europea casi recupera los niveles previos a la invasión de Ucrania. Las materias primas, tanto energéticas como alimentos, están de media un 9% por encima de los precios anteriores a la invasión, aunque es verdad que las predicciones más apocalípticas no se han cumplido. La deuda pública a largo plazo no ha sido un refugio. Los tipos de interés a largo plazo han subido, descontando que el BCE tiene poco margen de maniobra ante unas expectativas y datos de inflación en máximos de décadas. Las previsiones de crecimiento económico para el 2022 se han reducido de forma significativa, si bien no confirman una recesión.

¿Cómo explicamos un mercado tan estable en un entorno tan difícil e incierto? Primero, muchos inversores han vendido por el camino. Ha habido pánico. La renta variable de la zona Euro llegó a caer un 10% a raíz de la invasión y un 20% desde su máximo de mediados de noviembre. Hemos pasado por un mercado bajista, relámpago eso sí, que siempre limpia y es necesario para cualquier rebote.

Segundo, la renta variable es un activo real. Las empresas tienen capacidad de subir precios para traspasar a sus clientes la subida de sus costes. En un entorno inflacionista, la renta variable siempre será mejor activo que una renta fija ofreciendo rendimientos muy inferiores a la inflación actual o esperada en los próximos años. Sin embargo, en un escenario de renta disponible real del consumidor final a la baja, no creemos que vaya a ser un proceso fácil en el corto plazo. Puede haber estímulos fiscales o subida de salarios que mitiguen el impacto en la renta disponible de las familias, pero lo razonable es pensar que el impacto de la situación actual en el beneficio agregado del sector empresarial sea negativo. Esto no quiere decir que el beneficio por acción del mercado caiga este año, sino que debería crecer menos de lo esperado antes de la invasión.

Tercero, el mercado quiere ser optimista sobre un acuerdo de paz entre Rusia y Ucrania que conduzca a unos precios más bajos de las materias primas. Todo es posible pero no parece fácil conciliar los objetivos de Putin con una solución aceptable para Ucrania o sus aliados. Eso sin contar con que las tensiones en los precios venían ya de antes y son debidas muchas veces a una falta de inversión en el sector energético convencional.

Cuarto, la historia nos enseña que las guerras lejanas tienen un impacto limitado en la renta variable. La capacidad de reajuste a largo plazo de la economía real ha sorprendido siempre. Es decir, la economía mundial cambiará patrones de demanda y oferta para ajustarse a la nueva realidad en el panorama de las materias primas. Nunca hay que subestimar la capacidad de “la mano invisible” de la economía de mercado para reasignar recursos donde más se necesitan.

Hemos mantenido el nivel de inversión desde el inicio de la invasión de Ucrania y la cartera ha tenido un comportamiento relativo algo mejor que el mercado desde finales de Febrero y bastante mejor en lo que va de año. Esto explica que los dos fondos tengan un comportamiento mucho mejor que su índice de referencia en lo que va de año y estén en positivo.

Llegados a este momento, creemos que tiene sentido comprar deuda corporativa con rendimientos atractivos en Cartesio X y reducir algo el nivel de inversión en renta variable mientras lo mantenemos en Cartesio Y.